El año empieza siempre en una fecha inapropiada. ¿Deberia modificarse?

Año tras año al llegar las navidades asistimos a una secuencia de celebraciones que si se miran con lógica hacen aguas por todas partes. El 21 del mes en curso tendrá lugar el equinoccio de invierno; una fecha que si es singular y significativa. Las horas de noche comienzan a decrecer y por el contrario las horas de luz aumentan. En esta fecha el discurrir del Sol por el firmamento (Hemisferio Norte), alcanza su altura mínima y por estas y otras razones es sin duda una fecha natural singular. Sería lógico que el año comenzase este día.

Pocos días después celebramos un Nacimiento que se hace coincidir o mejor dicho se pretendió hacer coincidir con el origen de la medida del tiempo (años). Me refiero evidentemente al Nacimiento de Jesucristo, que es el instante cero de nuestro Calendario. Por último el día 31 de diciembre damos por finalizado el año.

No hace falta discurrir mucho para darse cuenta de que estas tres fechas habrían de coincidir y sin embargo no lo hacen ¿Por qué?. Pues hay razones de índole histórica y de índole astronómica además de una serie de “meteduras de pata”.

El solsticio de invierno, o el de verano o cualquiera de los dos equinoccios son fechas singulares naturales porque en ellas La Tierra en su recorrido en torno al Sol ocupa posiciones singulares que marcan ciclos naturales. Los antiguos romanos ya eran conscientes de que en la época más fría del año había un día en el que el Sol “remontaba de nuevo el vuelo” y a partir de entonces los días comenzaban a crecer. Ese día es el solsticio de invierno y la fiesta que celebraban representaba el triunfo del Sol o de la luz. Julio César se ocupó de ordenar la medida del tiempo y el calendario que aún hoy usamos es en buena medida al menos el que este político y militar romano de hace mas de 2.000 años dispuso. En tiempos de Julio César el solsticio de invierno y la consiguiente fiesta coincidían hacia el 24 de diciembre. Cuenta Luis Carlos de Hita Ledo, que al parecer es un estudioso de estos asuntos; que Julio César quería que el inicio del año coincidiese con esa fiesta, pero el Senado Romano que tradicionalmente consideraba que el año se iniciaba el 1 de Enero se opuso y Julio César acabó cediendo. Lo siento por los ilustres senadores; pero fueron uno “burros”. J. César tenía razón.

Pocas décadas después nació Jesucristo, pero (pese a lo que dicen los Evangelios);fue este un acontecimiento que no tuvo notoriedad alguna. Los romanos que ya usaban un calendario muy parecido al actual, para contar el origen del tiempo (los años) utilizaban referencias que les eran mucho más conocidas como por ejemplo el inicio del reinado del Emperador. Los cristianos lógicamente hicieron lo mismo; pero unos 5 siglos después del Nacimiento de Jesucristo alguien tuvo la ocurrencia de situar el origen de medida del tiempo, los años en el instante del Nacimiento de Jesús. Puesto que a estas alturas de la Historia el Cristianismo ya estaba muy arraigado, se aceptó la propuesta; pero es evidente que fue una operación de cálculo arriesgada. Para facilitar las cosas hubiera sido preciso que el hoy célebre nacimiento hubiera tenado lugar justamente coincidiendo con el origen de la medida de cada año. Es decir que Jesús hubiese nacido justamente en el instante preciso en que termina un año y comienza otro. Demasiada casualidad que sin embargo se pasó por alto. Se dio por hecho que había nacido coincidiendo con la fiesta pagana que celebraba el triunfo de la luz (Jesucristo es la Luz del Mundo). El problema es que se sospecha y con fundamento que no nació en diciembre si no en abril. Por si fuera poco al situar el origen del tiempo coincidiendo con el Nacimiento en cuestión hubo un error en el cálculo de ¡¡varios año¡¡. Es decir Jesús no nació hace ahora 2.016 año, si no unos 5 ó 6 antes.

DIFÍCIL AJUSTE

En cualquier caso hay muchos más problemas con la contabilidad del tiempo. Julio César creyó que el año duraba exactamente 365 día y 6 horas es decir que cada año normal sobraba un cuarto de día. Dispuso que cada 4 años hubiera siempre uno bisiesto; pero lo que sobra de 365 días exactos son sólo 5 horas, 48 minutos y 45,9 segundos. Por ello cuando fueron pasando los siglos se comprobó que debido a ello los solsticios y equinoccios aparecían antes de lo debido. En el Concilio de Nicea (año 326 después de J.C.), se trató de corregir este error; pero no se hicieron las cosas bien del todo y en el año 1.582 hubo que acometer una segunda reforma que es la que aún permanece vigente. Se adoptó entre otras medidas la norma de los años bisiestos no siempre serán cada 4 años como había dispuesto Julio César. Según explica el Anuario del Observatorio Astronómico de Madrid son bisiestos los años divisibles por 4 salvo que lo sean por 100 a excepción en este segundo caso de que también lo sean por 400. Consecuencia de ello fue por ejemplo que el año 1900 no fue bisiesto y el 2.000 si .Recordemos el célebre “efecto 2.000”. La Reforma del año 1582 (Reforma Gregoriana) suprimió 10 días de golpe y por decreto del Papa Gregorio XIII. Al jueves 4 de octubre de 1582, siguió el vienes 15 de octubre.

Todo este lío es debido lógicamente a que el año no dura un número entero y exacto de días. Pero hay más aún. El movimiento de precesión de La Tierra; hace que los solsticios y equinoccios tiendan poco a poco a adelantarse. En este siglo XXI, la primavera en alguna ocasión entrara el ¡¡19 de marzo¡¡ y no el 21 como suele ser aún normal.

¿Cómo se podría arreglar todo esto?. Pues hombre yo creo que teóricamente hasta un estudiante de secundaria podría diseñar un modelo del sistema Tierra-Sol, en el que el año durase un número exacto y entero de días. Por ejemplo 360. De paso también podría estudiarse el modo de eliminar el movimiento de precesión y punto. Sin embargo técnicamente esto no es posible hoy día llevarlo a la práctica y aunque lo fuese al cabo del tiempo y debido a la atracción de La Luna y de los planetas, me temo que es sistema Sol-Tierra se volvería de nuevo a “desajustar”. Al Sistema Solar le ocurre lo mismo que a los motores de los automóviles que ya tienen bastantes kilómetros de rodaje. Aunque nuestros antepasados pensaban que los cielos eran inmutables esto no es así. Dejemos pues las cosas como están aunque haya que andar con ese “baile” de años bisiestos.

En cualquier caso lo que si está claro es que la elección del 1 de enero como inicio del año es totalmente incoherente. Es una fecha que nada tiene de particular pues en ella ya los días han crecido unos 2 ó 3 minutos y la declinación solar ha aumentado varios minutos de grado sexagesimal. Esta incoherencia se refleja muy bien en por ejemplo el Parque Solar Didáctico de Bembibre. En el mismo la fecha del 1 de enero, no coincide como sería lo lógico en alguno de los bordes de la esfera o en la línea recta de su centro (equinoccios). Como una imagen vale más que mil palabras, adjunto una imagen que por si sola entiendo que es suficiente para entender lo que ocurre.

Rogelio Meléndez Tercero

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