Petroglifos en Santa Marina, los primeros vestigios de arte rupestre en El Bierzo

Los caminos de Santa Marina de Torre que en los años 60 sirvieron para el tránsito de camiones repletos de carbón, hoy esconden un tesoro de hace más de 4.000 años. Son los llamados petroglifos, arte rupestre que en la Prehistoria fueron medio de comunicación y de expresión de creencias. Un antecedente de los signos que han derivado en la escritura.

Este sábado un grupo de personas del pueblo, miembros de la asociación cultural Carqueixa del Bierzo, y de la asociación mineralógica Aragonito Azul, comenzaron la limpieza y señalización de esta ruta que todos en el pueblo, de una forma u otra, conocen, pero donde han descubierto tres rocas con grabados rupestres tallados en la piedra. Son símbolos grabados en la superficie rocosa que evidencia la existencia de sociedades que se reconocían dominadoras del medio natural, ya en el Paleolítico superior, Neolítico y Calcolítico.

Los tres petroglifos de Santa Marina están ubicados en los parajes de la Peña El Trigo, El Paxaxe, y Las Abarrazas, y son los primeros que se localizan en la comarca berciana.

El descubridor, un vecino de Santa Marina de Torre, Juan Carlos Garrido Silván, que ya desde niño, cuando acudía a recoger castañas con su abuelo, le llamaban la atención las rocas con esos círculos que había en la superficie. Algo que guardó en su memoria y que rescató cuando vio reportajes y publicaciones sobre los petroglifos del Teleno.

La asociación Carqueixa del Bierzo lo puso en conocimiento del especialista en la materia, Juan Carlos Campos Gómez, que no dudó al validar la veracidad del hallazgo, que automáticamente comunicó al Servicio Territorial de Cultura de la Junta de Castilla y León.

“Podemos, entonces, imaginarnos por estos valles más fértiles  que vierten sus aguas al Tremor, ocupados por unos hombres y unas mujeres que están realizando, posiblemente sin ser consciente de ello,  una revolución en el abandono de su forma de vivir  como cazador-recolector nómada a asentarse y permanecer en el territorio para transformarlo mediante la agricultura y una selección no sólo de las semillas, sino  también la selección de los animales a los que ya domestica y utiliza para sus labores agrarias”, justifica la asociación en la memoria que ha empleado para poner en valor esta ruta.

Pero el objetivo es que este patrimonio natural y herencia de la prehistoria no caiga en saco roto. Y el más claro ejemplo es el trabajo y dedicación de un grupo de vecinos y de la asociación Carqueixa del Bierzo, que durante la jornada de este sábado, con el apoyo de geólogos y expertos de la asociación Aragonito Azul, comenzaron la señalización para que, desde este momento, cualquier ciudadano pueda conocer un poco más de la historia, y contemplar estos petroglifos de Santa Marina.

Del camino a la mina a una zona boscosa

La ruta comienza en la parte alta del pueblo, en los caminos que a partir de los años 60 sirvieron para el transporte de carbón de la mina Boixán, una explotación minera que data de mediados de los años 50 que hoy es una escombrera sellada en la que se pueden apreciar, no con facilidad, algunos restos de la extracción del mineral.

En la primera parte de la ruta la primera parada es la peña El Trigo, donde los petroglifos están dispuestos en forma de surco y semicírculo. La segunda parada es El Paxaxe, donde se aprecian tallados similares pero algunos, incluso, con unas formas más ovaladas. En ambos casos, los caminantes deben desviarse ligeramente del camino atendiendo las indicaciones, para volver nuevamente a la ruta.

El recorrido se desvía posteriormente del camino natural por un sendero que comenzó a acondicionar el grupo voluntario de trabajo. Hay que atravesar una zona boscosa que en algunos puntos requiere de cierta habilidad, aunque no reviste una mayor dificultad. La siguiente parada es la denominada Cueva del Moro.

En este punto no hay ningún petroglifo –al menos del que se tenga constancia- pero se propone como parada y zona de descanso, apropiada para comer un bocadillo o simplemente hacer una pausa en la ruta. La denominación de “Cueva” no lo es tanto por la definición real de cueva sino por el nombre popular que perdura en el tiempo, con una pequeña cavidad en una roca donde la leyenda cuenta que era refugio de “los moros”.

La última parada es el petroglifo de Las Abarrazas, que también hace necesario desviarse de la ruta. La roca preside un mirador natural donde se puede contemplar, al fondo en la montaña, restos de la minería aurífera de la zona (Torre y Castropodame). En el grabado se aprecian surcos y cazoletas tallados en la piedra, alguna herradura y figuras ovaladas.

Las características de esta ruta circular no hace necesario volver hacia atrás, sino que el camino en línea recta lleva, de nuevo, al punto de inicio y al pueblo de Santa Marina de Torre.

En el camino quedan otros puntos que, hoy por hoy, no están promocionados en esta ruta por los petroglifos de Santa Marina, pero que tampoco quedan en el olvido. Por un lado, antes de llegar a la Cueva del Moro quedan los vestigios de una explotación minera, el denominado Pozo Cascarilla que, está considerado, a falta de un informe que lo atestigüe, como el primer pozo vertical del Bierzo Alto. Asimismo, aunque sin valor natural pero a modo de anécdota, en la ruta asoma la que fue primera pala eólica que se levantó en El Bierzo, que fue objeto de noticia y reportaje en medios provinciales.

El descubrimiento de estos petroglifos hace pensar que en el entorno podrían existir más rocas con grabados prehistóricos. Tal es así que el propio descubridor, Juan Carlos Garrido, recuerda que a mediados de los años 80 desapareció otra roca que se conocía en el pueblo como La Patada de Nuestra Señora. No eran conscientes de su valor histórico, pero aquella piedra donde claramente se podía apreciar el pie de una mujer nunca fue protegido y desapareció coincidiendo con la actividad del cielo abierto.

Aparezcan o no más vestigios de la Prehistoria, el pueblo hoy presenta con orgullo un descubrimiento que fomenta las señas de identidad, sobre todo cuando han sido ellos quienes han luchado, y siguen luchando, para que todo el que quiera pueda llegar con facilidad a conocer estos petroglifos. Y lo han hecho con unos pocos euros en material y mucho trabajo. Trabajo, eso sí, de incalculable valor.

 


Más fotografías de la ruta 

 

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