Arte número 7

Digamos que se dice «séptimo arte» porque el cine llegó más tarde que las seis clásicas que los griegos llamaron artes superiores (las que se disfrutan con los «sentidos superiores»: vista y oído): arquitectura, escultura, pintura, música, declamación (poesía) y danza. Es por supuesto más una de esas denominaciones que han arraigado en la cultura popular que una posición clasificatoria objetiva. En el siglo XVIII se empezó a popularizar el término «bellas artes» para denominar a las seis superiores pero incluso se añadió la elocuencia, y por supuesto alguien echará en falta el teatro antes que el cine como séptimo arte o habrá quien prefiera desplazar de ese puesto a las películas.

Fue el ensayo «Manifiesto de las Siete Artes», publicado en 1914, el que colocó el cine en el séptimo lugar y ahí parece haberse quedado.

En cualquier caso el cine es un arte, un bello arte. Dice el diccionario que el arte es la manifestación humana de lo imaginado, y decía el francés André Maurois que «Lo bello es aquello que es inteligible sin reflexión» ¿No os parece una bella definición incluso para el arte?

Creo que por ahí van las dificultades para entender ciertas manifestaciones artísticas. Un cuadro de Velázquez es inteligible sin reflexión, es bello sin dudarlo. Pero y ¿Un cuadro de Picasso? Hay quien se apresura a calificarlo de basura, yo mismo lo hice hace tiempo, y a negar que sea auténtico arte… porque requiere reflexión, no es inteligible (bello) al primer vistazo.

El Guernica, por ejemplo, no es menos abstracto que otros cuadros de Picasso, pero sí más accesible: sabemos que es una manifestación de los horrores de la guerra civil española; nos detenemos a observarlo y vamos identificando cosas en él, descubrimos la belleza que esconde. Es arte, sin duda.

No quiero justificar así que todo lo que se dice que es arte lo sea de hecho a falta de una explicación; como en todo, en el arte también existe el fraude. Unos remolques de arena y otros materiales de construcción descargados en una sala del MUSAC de León no creo que sea arte por mucho que nos digan que quieren representar de qué está hecho el propio museo, diría más bien que es solo una forma del «artista» de justificar un dinero recibido.

Pero en definitiva, que el conocimiento ayuda a apreciar mejor las cosas.

Una película de simple entretenimiento como «Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal» contiene unos cuantos guiños, por ejemplo a algún hecho histórico, que deleitarán a quien los capte y seguramente incluso aburran a quien no se entere de ellos.

Y llego ya a donde estaba pensando cuando empecé a escribir: a recomendar una serie de documentales (quince de una hora cada uno) para que después podáis disfrutar más del cine.

«Historia del cine: una odisea», de Mark Cousins. 2011.

No es propaganda mercantil, ya que los tenéis gratis en Youtube, pero si os consideráis cinéfilos es una compra obligada.

En ellos se pasa de largo por peliculones como «La lista de Schindler» y se dedican minutos a películas de dudosa reputación como «Starship Troopers» para ejemplificar cómo colar ciertos temas aparentando otra cosa… pero es que en estos documentales el acento se pone en los detalles, en la innovación.

Como en toda obra, habrá cierta subjetividad del autor y se podrá no estar de acuerdo en la influencia real de algunas cosas que cuenta y hasta con algunas dudaremos de si se está quedando con nosotros como ciertos artistas de arte contemporáneo, pero no deja de ser muy interesante y quizás la única ocasión de que echemos un vistazo a películas de lugares como Irán o Senegal que nos pasarían desapercibidos pero en los que el cine también maduró.

Verlos (los documentales) no solo es disfrutar con ellos mismos, sino que nos habremos regalado para siempre una perspectiva del cine que nos proporcionará mayor deleite al ver películas.

Algunos detalles que parecen hoy día obvios supusieron en su momento auténticas revoluciones, como pasar de los planos fijos a movimientos de cámara o introducir lapsos temporales en las narraciones con imágenes. Entenderemos que grabar con sonido cambió también la forma de filmar, o que «Ciudadano Kane» dicen que es la mejor película no por la historia que cuenta sino por las innovaciones que introdujo en lo que veíamos y cómo lo veíamos. Una toma con la cámara inclinada, aunque no nos hubiéramos dado cuenta, refuerza el caos de la escena… y parece una tontería pero pasaron unos cuantos años antes de que a alguien se le ocurriera o se atreviera a mostrarnos una imagen torcida. En fin… pasen y vean.

Tomás Vega Moralejo

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