Estimulantes vegetales del SNC (té, café, mate, etc.) y químicos

Los estimulantes, también llamados psicoestimulantes o psicotónicos, son sustancias que refuerzan la vigilia, el estado de alerta y la atención al estar asociados a determinados neurotransmisores como la Noradrenalina y la Dopamina.

Los estimulantes vegetales, como su nombre indica, se encuentran en especies vegetales, algunas de las cuales cuentan con alcaloides (nitrogenados), y a partir de éstos surgen los estimulantes químicos o sintéticos.
Diversas plantas tienen el potencial de desencadenar efectos estimulantes, liberando, normalmente alcaloides, con potencial psicoactivo.

1.- Los estimulantes vegetales más conocidos son el café (surgido hacia el siglo X en la península arábiga), el té, la yerba mate, el cacao, el guaraná, el betel (semilla de un tipo de palmera que se da en India o Indonesia), el cat, la cola y la coca. Salvo el cat y la coca, los demás tienen como principio activo alguna metilxantina (cafeína, teofilina, teobromina), variando la concentración según los casos.
La cafeína, por ejemplo, aumenta los niveles de Noradrenalina y Dopamina, lo que explica buena parte de sus efectos favorables sobre la concentración. Se trata de un alcaloide del grupo de las xantinas, que actúa como droga psicoactiva y estimulante del SNC, y se emplea para reducir la fatiga física y ponerse en alerta mental.
La cafeína también forma parte de la guaranina (que está en el guaraná), mateína (en el mate), y teína (en el té), las cuales contienen además algunos alcaloides adicionales como los estimulantes cardíacos teofilina y teobromina.
La cafeína, que tiene propiedades diuréticas al menos en dosis suficientes, también se encuentra en el cacao, algunas bebidas no alcohólicas (las gaseosas como refrescos de cola, originariamente preparados a partir de la nuez de cola) y bebidas energéticas como Red Bull.
La cafeína produce un síndrome de abstinencia en menos tiempo que el opio, la heroína o los barbitúricos.
El consumo de cafeína, en cantidades muy grandes, puede provocar una intoxicación, aparte de insomnio, nerviosismo, excitación, aumento de la diuresis y problemas gastrointestinales. Los síntomas de la intoxicación con cafeína son similares a los del pánico y de ansiedad generalizada.
El mate es una infusión típica de Argentina y Uruguay, que contiene cafeína, aunque en una concentración algo menor que la del café.
El guaraná proviene de una trepadora amazónica (Paulina Cupana), cuyas semillas poseen una concentración de cafeína unas cuatro veces mayor
que la del café. Es asimismo un ingrediente primario en las bebidas energéticas.
Por su parte, la nuez de cola, que es el estimulante africano por excelencia, tiene una potencia equivalente a la del café, y la misma proporción de cafeína que el té.
El cacao, por su parte, contiene tanta cafeína como teobromina y fue empleado como estimulante por los aztecas; sin embargo, los chocolates actuales no son tan estimulantes. El chocolate, derivado del cacao, contiene una pequeña cantidad de cafeína. El tenue efecto estimulante del chocolate podría deberse a la combinación de teofilina y teobromina tanto como a la cafeína.
El cat es la planta con mayor poder estimulante conocido; porque sus alcaloides (la catina y la catinona) poseen afinidades con las anfetaminas.
Por su parte, la planta de coca, originaria de los Andes amazónicos, es un estimulante menos activo que el cat, aunque posee varios alcaloides, entre otros la cocaína. Los indígenas andinos, sobre todo, tienen por costumbre mascar hojas de coca por sus propiedades nutritivas y para aguantar determinados trabajos.
El té (probablemente de etimología china, Chá) es otra fuente común de cafeína, incluso contiene más cafeína que el propio café, aunque el té se prepara normalmente en una infusión mucho más diluida. El té proviene principalmente de China -donde se considera medicinal-, India, Sri Lanka, Taiwán, Japón, Nepal… Hay muchas variedades: té blanco, té de invierno, té negro; té rojo o el té verde (que se considera como el más beneficioso para la salud humana).

*Un apartado especial requiere la Nicotina, por ser otro estimulante del SNC, además de un potente veneno y uno de los principales factores de adicción al tabaco, causa de tantas y tantas enfermedades. Se trata de un alcaloide que se halla en la planta del tabaco (Nicotiana tabacum), con alta concentración en sus hojas. La nicotina se vincula a los receptores nicotínicos del neurotransmisor acetilcolina. Imita a la acetilcolina, y se encarga de que las neuronas liberen abundante dopamina.

En dosis bajas, la nicotina pone en alerta y vigilancia al individuo, y en dosis elevadas produce un efecto reforzador o de recompensa sobre el sistema límbico, mediado por la vía neuronal del placer.
Son bien conocidos los trastornos cardiovasculares, debidos a la nicotina, que incluyen vasoconstricción periférica, taquicardia e hipertensión.

2.-Estimulantes químicos, cocaína, crack, anfetas…

a) La cocaína (coca, perico, farlopa, etc.) es un estimulante del SNC, que actúa modulando la Dopamina, y un alcaloide, parecido a los alcaloides de las plantas alucinógenas como la belladona, beleño, mandrágora, etc., aunque diferente en cuanto a su acción fisiológica y psicológica, que se obtiene de la planta de coca (kuka, en quechua), cultivada sobre todo en América del Sur, así como en la isla de Java y en la India. Sus hojas se mastican como estimulante para resistir diferentes males, incluido el mal de altura. Existen unas 200 variedades, aunque sólo unas cuatro producen dicho alcaloide.
Se usa desde finales del siglo XIX como anestésico en clínicas alemanas, sobre todo en intervenciones oftalmológicas. Y en algunos países se ha usado como anestésico local en varias cirugías, y como ingrediente básico de tónicos y elixires. Ha gozado, y sigue teniendo, gran popularidad, sobre todo entre la población adinerada actual. Sin embargo, no es una droga nueva. Existe desde hace más de 100 años. Se vende en el mercado negro en forma de polvo blanco, fino y cristalino, casi siempre o mejor dicho siempre adulterado, con otros productos como la maicena, talco o azúcar, lo que supone un riesgo para la salud. Y existen dos formas de cocaína: sal de hidroclorato y cristales de cocaína (lo que se conoce como crack o la droga de los pobres).
El consumo regular de cocaína crea sobre todo dependencia psicológica y aumenta el riesgo de sufrir trombosis y derrames cerebrales, al igual que infartos de miocardio. Asimismo, acelera la arterioesclerosis y provoca cuadros psicóticos, con sintomatología alucinatoria, en la que destacan las llamadas alucinaciones liliputienses o visión de pequeños individuos. También produce esquizofrenia paranoide y depresión.

Su uso continuo, cuando se aspira o esnifa, puede llegar a perforar el tabique nasal. Por otro lado, no están probados sus efectos afrodisíacos, como se cree, y si bien puede aumentar el apetito sexual, aunque por lo demás anula la sensación de hambre, sed, frío y fatiga, también puede provocar impotencia.
Asimismo, activa el sistema simpático, que mantiene al organismo en estado de alerta, así como el hipotálamo, que se ocupa de regular el sueño, la temperatura del cuerpo y las reacciones de cólera y miedo.
En un primer momento, la cocaína resulta muy estimulante, con aumento de presión, pulso acelerado, convulsiones, pero luego, y en dosis elevadas, puede producir sub-estimulación, con parálisis muscular, pérdida de reflejos y conciencia, dificultades respiratorias y parada cardíaca.
El empleo crónico -incluso en dosis moderadas- acelera el envejecimiento de la piel, de un modo similar al producido por largas exposiciones al sol, así como descalcificación. Diluida en agua, después de las comidas, fue recomendada por Freud, adicto a esta sustancia, para combatir el ardor de estómago. «La cocaína -escribió el doctor Freud- es un estimulante más vigoroso y menos dañino que el alcohol».
En dosis pequeñas, convenientemente espaciadas, produce euforia y vigor, mientras que en dosis altas crea desasosiego y malestar físico, en forma de calor y sudoración súbita, sequedad de boca, sensaciones de agarrotamiento muscular, rechinar involuntario de dientes, verborrea, fuga de ideas e irritabilidad.
La inyección intravenosa de cocaína actúa casi instantáneamente. De ahí que, en la mayoría de los casos, quienes se inyectan cocaína, emplean también opiáceos o tranquilizantes.
Como curiosidad, cabe decir que la primera receta de Coca-Cola contenía extractos de hojas de coca, pero al descubrirse el potencial adictivo de la sustancia, se sustituyó el contenido de coca por cafeína.

b) El «crack» (también llamado piedra, por el ruido peculiar que emiten sus piedras al ser calentadas por una llama) es un derivado de la
cocaína, del resultado de hervir clorhidrato de cocaína en una solución de bicarbonato de sodio, que da una pasta amarillenta, que se endurece como “roca” al enfriarse. Posee un alto grado de impurezas. Se suele aspirar, una vez calentado en papel de aluminio, y procura sensaciones de euforia, pánico, insomnio y dependencia psicológica.
Debido a la rapidez de los efectos, casi inmediatos, aunque relativamente breves (elevación de la autoestima y la confianza en uno mismo, excitación y extrema irritabilidad), y porque resulta mucho más barato que la cocaína, se hizo muy popular en la década de los 80 entre aquellos que no podían pagarse la cocaína. Sus efectos secundarios son muy similares a la farlopa. Puede producir, entre otros, impotencia, daños en el cerebro y pulmones. Y en cuanto a los trastornos psicológicos, cabe señalar la depresión, así como cuadros psicóticos y esquizofrénicos.

c) Las anfetaminas o anfetas son derivados químicos de la efedrina (alcaloide vegetal) -sintetizadas por primera vez a finales del siglo XIX-, y potentes estimulantes del SNC, que ayudan a mejorar la vigilia, aumentan los niveles de alerta y la capacidad de concentración. Asimismo, favorecen la atención y la memoria. De forma que permiten pasar largas noches y días sin dormir, con el consiguiente cansancio que lleva a ataques de ansiedad y aun a crisis de paranoia. Por esto se habla del síndrome de psicosis anfetamínica, similar a la psicosis cocaínica o a la esquizofrenia paranoide, con cuadros delirantes (persecución, intentos de envenenamiento, influencias extrañas, etc., trastornos de la percepción con alucinaciones de tipo auditivo, en las que oye voces amenazadoras o críticas, autolesiones).
Además de potenciar el SNC, a través de la activación de determinados neurotransmisores como noradrenalina (NA) y dopamina (DA), también tiene una acción sobre la serotonina, aunque relativamente más débil. Asimismo,
activan el SNS (sistema nervioso simpático), con efectos adrenérgicos, que se traducen en un aumento en la actividad motriz y en una resistencia a la fatiga.
Comienzan a usarlas, a principios del siglo XX, sobre todo los militares para combatir la fatiga e incrementar la alerta. Aunque también han sido muy empleadas por estudiantes para rendir en los exámenes, o por deportistas, incluso de élite, para mejorar en lo físico, véase el dopaje deportivo, y aun en casos de obesidad, con el fin de adelgazar. Por tanto, funcionan como anorexígenos o fármacos que reducen el apetito.
Las anfetas, en definitiva, han sido utilizadas para tratar una gran variedad de trastornos, entre otros, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad o la obesidad.

1.-La metanfetamina (desoxiefedrina). Conocida como speed o crystal. Es un potente psicoestimulante. Agonista adrenérgico sintético, estructuralmente relacionado con el alcaloide efedrina y con la hormona adrenalina.
Incrementa la actividad, reduce el apetito y produce una sensación general de bienestar (euforia). Alivia la fatiga y mejora el rendimiento en tareas simples. Entre sus efectos psicológicos están los delirios persecutorios, llegando a cuadros de disociación como en la esquizofrenia paranoide (psicosis anfetamínicas).

d) Antidepresivos

Los Antidepresivos, adecuados para tratar la ansiedad así como dolores crónicos, son los psicofármacos utilizados para tratar sobre todo las depresiones «de caballo».
A grandes rasgos hay tres tipos: los inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO), los tricíclicos, y los antidepresivos de segunda generación, que son los más utilizados, porque actúan sobre los neurotransmisores implicados en la depre, a saber, la serotonina, la dopamina y la noradrenalina.
De ahí que también existan algunos Antidepre como los Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), véase el Prozac, de dopamina y de Noradrenalina, entre otros «combinados», incluso los opioides (véase la buprenorfina).
Uno de los más conocidos es sin duda el Prozac o fluoxetina, que algunos consideran como estimulante de acción lenta y anorexígeno. La fluoxetina es un Inhibidor Selectivo de la Recaptación de Serotonina, que se usa para tratar sobre todo la depresión y la bulimia nerviosa, aunque también se emplea en otro tipo de trastornos. El prozac aumenta los niveles de dopamina y noradrenalina.

*Véanse la anorexia y bulimia nerviosas.

La mayoría de antidepresivos, salvo los IMAO (que estimulan la Acetilcolina) producen disfunciones sexuales. Y casi todos suprimen la fase REM del sueño, provocando pesadillas. Los IMAO, por ejemplo, suprimen por completo esta fase del sueño, y encima producen hipertensión, incluso letal, si se toman con alimentos que contengan altos niveles de tiramina, tales como los quesos fermentados, habas, carne de caza…
Algunos siguen prefiriendo los remedios, casi caseros, con hierbas para tratar la depre, o bien la acupuntura, que ponga en funcionamiento nuestras endorfinas, las drogas de la felicidad, que funcionan como antidepresivos.

Manuel Cuenya

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