Vancouver y su Isla

Panorámica de Vancouver desde el Lookout
Panorámica de Vancouver desde el Lookout

Este verano tuve la ocasión de viajar al Oeste canadiense, en concreto a Vancouver y la Isla de Vancouver, lugares que recomiendo a los lectores, y sobre todo a quienes aman los deportes y la naturaleza en todo su esplendor. La ciudad de Vancouver será la anfitriona de los próximos Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno, en febrero de 2010. Así que, aquellos que dispongan de vacaciones, ya pueden ir preparando equipaje. La cita será en el monumental BC Place Stadium. Sólo por su situación geográfica, entre el Océano Pacífico y las montañas, ya merece una visita. Y aparte de sus encantos naturales, como los parques y/o bosques -integrados a la perfección en la ciudad-, sus playas y montañas costeras, cuenta con numerosos atractivos.

 

Encantos naturales

Sus parques naturales le ponen los dientes largos a cualquier visitante. Conviene recordar que en Canadá existen unos cuarenta parques Nacionales y un buen número de parques provinciales, que no se ven adulterados con puterías varias, como está ocurriendo con nuestros paisajes bercianos. Algunos políticos y empresarios españoles, de raigambre carpetovetónica, deberían darse una vuelta por este país modélico en tantas cosas. El amor de los canadienses por su naturaleza y los animales es algo extraordinario. “Sorry”, le dice el dueño a su perro, al pisarlo. “Sorry” es una palabra muy en boca de los canadienses, tal vez su preferida, como me dijera Karen, una nativa que me dio buenas lecciones, y me ayudó a descubrir Vancouver. Gracias también al padre de Karen, el señor Rusk, que me acogió en su casa con vistas al mar, y me paseó en su porsche rojo por la ciudad de Victoria, la capital de la Columbia Británica.

La ciudad de Vancouver cuenta con varios atractivos naturales como el Stanley Park o el Pacific Spirit Regional Park. Asimismo, llaman poderosamente la atención el Capilano Suspension Bridge, el Lynn Canyon Park y Grouse Mountain.

El Stanley, cuya extensión supera las 400 hectáreas es un lugar muy querido por los habitantes de la ciudad, sobre todo por quienes practican deportes, y todos aquellos que aman los espacios verdes. En este espléndido bosque hay, además de un lago, el Beaver y una laguna, la Lost Lagoon, uno de los mejores acuarios de América. El visitante también puede disfrutar con los pintorescos Totem poles, que nos devuelven a los ancestros amerindios, y muchas otras atracciones, incluso una réplica de la sirenita de Copenhague, conocida como Girl in Wetsuit, colocada en el mar a orillas del Seawall, el paseo costero que bordea el parque. Es una visita obligada, que no tiene desperdicio, y en verano sirve como escenario musical. Próximo al Stanley se halla otro de los lugares más bellos de la ciudad, el puerto o Coal Harbour, desde donde se tienen sublimes vistas de la ciudad.

En el Pacific Spirit Regional Park, aún más grande que el Stanley Park, está la Universidad de la British Columbia y el Museo Antropológico. 

Al Capilano se puede llegar a pie desde el centro de la ciudad, cogiendo la West Georgia Street, aunque la caminata es larga. No obstante, si uno dispone de tiempo y le gusta andar entre la naturaleza, merece la pena.

El Capilano es un entorno natural de singular belleza, donde se encuentra el puente colgante peatonal más largo del mundo. Aunque es un sitio demasiado turístico y la entrada no resulta nada barata, conviene sentir la embriaguez que procura cruzarlo de un extremo a otro y oxigenarse en medio de un bosque encantado de cedros y abetos de Douglas, comunicados por otras pasarelas de madera. Si uno no quiere gastarse nada, también puede visitar el Lynn Canyon Suspension Bridge, otro puente colgante, que resulta menos impresionante que el anterior pero no es tan concurrido.

Grouse Mountain es otro de los lugares recomendables. Un parque de atracciones donde se pueden practicar algunos deportes, y disfrutar de la compañía de los osos grizzlies, aparte de espectáculos hechos por y para los turistas, y las vistas sobre la ciudad de Vancouver, si el día está despejado.

 

Atractivos turísticos

Coal Harbour

En anterior número os hablé de Canadá y me aproximé a la ciudad de Vancouver, con sus encantos naturales. Ahora quiero mostraros sus atractivos turísticos, que como veréis no son pocos. Antes, conviene señalar que quienes decidáis viajar a Vancouver, no dejéis de visitar la Isla y su capital, Victoria, un lugar tranquilo y bello con sabor británico, donde los conejos se pasean a sus anchas por el campus universitario y gusta vivir la gente con gran poder adquisitivo. Como el caso del abogado Rusk, padre de mi amiga Karen, que tuvo la gentileza de alojarme en su casa durante un fin de semana. Para viajar de Vancouver a Victoria la mejor opción, y sobre todo la más rápida y emocionante, quizá sea la de tomar un Seaplane o hidroavión.

Vancouver cuenta con lugares emblemáticos como el barrio de Gastown, donde tuvo su origen la ciudad y Granville Island, donde se encuentra el Public Market. A Gastown suelen ir a parar los turistas en busca de souvenirs. Hay muchas tiendas a lo largo de Water Street y algunos atractivos como el reloj de vapor o Steam Clock. En Maple Tree Square está la estatua de Gassy Jack, un curioso personaje que dio nombre al barrio. Sus casas de ladrillo del siglo XIX, con sus escaleras exteriores y su ambiente, nos recuerdan al Greenvich Village neoyorkino.

El Public Market de Granville Island es otro de los lugares de interés, sobre todo para quienes disfrutan con la gastronomía. Como en cualquier Mercado de Abastos se puede encontrar de todo, incluso chorizos y jamones de España, eso sí, identificados según la región de procedencia, y a precios algo elevados, esa es la verdad. También hay restaurantes especializados en cocinas varias, a precios más que razonables. Y mucha animación.  A menudo hay conciertos y espectáculos callejeros.

En el Downtown o centro de la ciudad hay algunos edificios singulares, como la Marine Building, un edificio de estilo Art Decó, el hotel Vancouver, que recuerda a un castillo medieval francés, la Vancouver Art Gallery, un museo de arte que destaca por la colección de Emily Carr; el Telus World of Science Onnimax, de cierto parecido con la Géode de París y donde se exhiben películas en 3D, que elevan la tensión de los espectadores; Canada Place, un complejo que se construyó para la Expo del 86 y que alberga, entre otros, un teatro Imax y la terminal de cruceros, que tiene forma de velero; la Public Library,  una biblioteca moderna que semeja el Coliseo de Roma y resulta muy útil para cualquier visitante o el Harbour Centre, uno de los rascacielos más altos de la ciudad, que cuenta con un mirador circular: El Lookout proporciona una visión de 360º de la ciudad y sus alrededores. En días despejados se puede llegar a atisbar la Isla de Vancouver y algún monte en el vecino Estado de Washington (Estados Unidos).

 

Gran calidad de vida

Aparte de un sitio encantador, como ya hemos visto, Vancouver está entre las ciudades más hermosas y con mayor calidad de vida del mundo por el espíritu tranquilo y respetuoso de sus gentes, su amplia y variada oferta cultural, su cosmopolitismo, su condición de ciudad portuaria y acogedora. Can I help you, Sir?, te puede decir una chica, mientras esboza una sonrisa de complicidad, al verte en apuros, mirando un mapa.

En esta joven, multirracial y multicultural urbe, que da cabida a más de dos millones de habitantes, de más de sesenta nacionalidades diferentes, y donde hay un buen número de asiáticos, todo el mundo tiene cabida.  Es un lugar muy querido por ecologistas, vegetarianos y hippies, entre otros. No en balde, aquí fue donde se fundó Greenpeace, en 1971. Cierta bohemia y gusto por la Cannabis culture, así como la vida nocturna de algunas de sus calles y los hostels juveniles, recuerdan a Amsterdam. Es como una New Amsterdam, en medio de un Oeste mítico, donde los osos campan a sus anchas, y las ardillas, mapaches y corzos conviven por lo general con los humanos en un ambiente distendido y agradable.

Por otra parte, hay barrios o pequeñas ciudades como Chinatown, que por momentos nos hacen creer que estamos en Oriente, con sus típicos restaurantes, supermercados y herboristerías.

Conviene avisar a los viajeros que en las calles aledañas, como Main Street y Hastings Street, se concentra el underground de  la ciudad. Todas las ciudades, sobre todo las grandes, tienen sus bajos fondos, y Vancouver tampoco se salva, aunque a primera vista ofrezca un rostro pulcro, ordenado y saludable. A menudo las estaciones de trenes y autobuses suelen convocar a los desheredados, y en esta ciudad canadiense ocurre lo mismo que en otros lugares. La Pacific Central Station, desde donde parten trenes y buses para varios sitios de Canadá, incluso para la vecina Seattle, en Gringolandia, es nuestro punto de partida. Esta estación está situada en Main Street, un Bronx relativamente tranquilo, aunque decadente, con hoteles en muy mal estado, algunos ya cerrados, donde uno tiene la impresión de estar en lugar poco seguro, entre un faunerío yonki. Pero lo peor es cuando uno llega a la esquina con Hastings Street. Aquí se concentran los “esqueletos”, algunos, ¡pobrecitos!, dan grima, de lo mal que están. Por fortuna, no parecen peligrosos, aunque de noche lo mejor es no callejear por este sitio. La calle de Hastings, hasta llegar al cruce con Cambie Street, está llena de buscadores de vida/muerte El límite con el buena vida, por decirlo de un modo fino, acaso irónico, lo marca el café New Amsterdam,  un Coffee shop a la holandesa, visitado tanto por turistas curiosos como por aquellos que gustan de la Pot culture.  Tal vez por esto, y algunas cosas más, Vancouver tiene fama en Canadá de ser una ciudad abierta y liberal,  “menos amigable -añade  mi Karen-, que Montreal y Quebec”. ¡Pues habrá que conocer estas ciudades en el próximo destino! Mientras tanto, sigo rememorando los buenos momentos vividos en esta ciudad así como en Victoria, en la isla de Vancouver.

 

Vancouver es una brisa marina y un olor montañoso
Vancouver es la sonrisa de una vendedora de pizza en Granville Street
hermosa y latina, tras su inglés con acento

 

Manuel Cuenya

 

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