La muerte del general Bienvenido Ariel Migaza (I)

En mil novecientos noventa y siete el Patronato de Cultura del Ayuntamiento de Lugo, dirigido por Paco Rivera, redactor Jefe de COPE, donde yo colaboraba haciendo crítica de cine o deportes, premió con el “Ánxel Fole” mi relato titulado LA MUERTE DEL GENERAL BIENVENIDO ARIEL MIGAZA en el que contaba una trágica historia que terminaba con la muerte del citado general, a manos de su amigo el abad Evangelino Fonteriz.

En ese relato hablaba yo de unos lagartos de ojos brillantes durante el día y fosforescentes por la noche, de escamas traslúcidas y cola carnosa y sobre los que el cronista oficial de Villamor Manuel Rodríguez y Rodríguez había escrito un opúsculo, editado a sus propias expensas en el que decía: “El general, después de su tercera levitación, salió al jardín para regar las hortensias, acompañado de don Evangelino al que explicaba que las hortensias necesitan agua en abundancia, sobre todo en los veranos caniculares”.

“Don Evangelino asentía mientras caminaba, embarazado por la sotana, a largas zancadas, por detrás del general y, más atrás, Lorenzo de Azcárraga, el asistente, con el sable en una mano y un jarro de vino tinto, frío, en la otra. El jarro porque el general gustaba del vino, a cualquier hora del día o de la noche y el sable porque era muy hábil ensartando con él los lagartos gigantes que habían invadido el jardín”.

“El general Migaza, después de atravesarlos con el sable, los descamaba , los lavaba con vino tinto, les cortaba la cola,  -lo único aprovechable-  los adobaba con orégano, ajo, cebolla y perejil y vino blanco y los cocinaba, al día siguiente, bien sobre unas piedras calentadas al rojo vivo, bien en un recipiente de perihuela”.

Hasta aquí, parte del relato y, desde aquí, varias explicaciones que son necesarias para mis exigentes lectores.

Soy un compulsivo coleccionista  -y lector-  de libros. Es bien sabido. Hay seis mil,  o alguno más en mi biblioteca y varios cientos de ellos tratan de gastronomía. Uno de los que más consulto, por su sencillez y porque está muy bien escrito es VIAJE POR LA COCINA ESPAÑOLA de Luis Antonio de Vega de quien ya hablamos  en otro artículo de esta serie.

VIAJE POR LA COCINA ESPAÑOLA fue editado por SALVAT y ALIANZA EDITORIAL en mil novecientos sesenta y nueve y se vendía al precio de veinticinco pesetas,   más o menos  treinta céntimos de euro y en el capítulo dedicado a Extremadura , titulado LA TABERNA DE LA GOLONDRINA se lee algo sobre los lagartos que ustedes podrán, a su vez, leer en el próximo artículo.

 

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