Valentín Carrera: Feria del Libro

 

—¿Veinte euros un libro? ¡Está usted loco, señor librero! ¡Carísimo! –dice Pepín Vidal, y se va con la parienta del ganchete a sentarse con la pandilla en una terraza de la plaza Fernando Miranda, ese rincón de Ponferrada donde lo mismo te planchan un huevo que te fríen una corbata.

—¿Qué va a ser? –pregunta Vanesa Desiré, la bella camarera con el ombligo al aire, las bragas por fuera y un piercing en la ceja derecha.

—Dos limonadas y dos riojas… un Viña Pijotera, si tienes, gran reserva –comanda el paisanín, aún indignado– ¡Veinte euros un libro! Luego se quejan de que la gente no compre libros.

Al rato, otros dos matrimonios comparten la hora del vermú. Las conversaciones se cruzan:

—Pues nosotros vamos a Huelva, hija, a coger una pizca de sol… mira cómo estoy de blanca, ¡con este invierno!

—Qué partidazo, ayer, eh, tío, moló.

¿Comprastes algo en la feria del libro?

—¡Quita pallá! ¡No me querían cobrar veinte euros por un puto libro!

—Así están, forrados. Es que… ¡Vanesa!, anda, guapina, tráenos otros vinos.

—Eh, eh, quieto parao, esta ronda la pago yo, que ayer ganó el Madrid.

—No, no, no, de ninguna manera, estaba yo primero, ¿qué se debe aquí?

La camarera que lleva las bragas por fuera, un panty roto y el pelo arreglado por la abuela de Llongueras canta la dolorosa del Jueves Santo:

—Cuarenta y cinco. A lo primera ronda estáis invitados por el señor de la barra.

¡Jesusín! –los amigos se saludan a distancia y se agradecen sin palabras- Por cierto, Paco, ¿sacastes las entradas para el partido? ¿Qué te debo?

—Son 50 de la tuya y 40 de los chavales, total 90 euros.

—Toma –dice Pepe, tirando de cartera con ese salero que tenemos los del Bierzo para pagar– Hoy a las chapas, ¿no?

—Vale, pero yo no llevo más de 200, tío, con la crisis estoy tieso.

—¡Venga!, tú 200 y yo otros 200, que estoy en racha. Nos vamos, que hoy comemos en casa de la suegra, hay que ahorrar.

—¡Ya te digo! Pues, a las doce en La Obrera –se despidió Pepe, y al pasar de nuevo por la Feria del Libro, miró de reojo Cien años de soledad de un tal Gabriel García Márquez:

—¡Veinte euros por un libro! ¡Manda cojones!

 

@ValentinCarrera

 

 

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