La Bañezana Marta del Riego participa el viernes en las Tardes Literarias

El próximo viernes, 6 de junio, la periodista y narradora bañezana Marta del Riego cerrará esta edición de Tardes Literarias. Su charla será en la Casa de las Culturas de Bembibre a las 20h. La autora de “Sendero de frío y amor”, que ahora está escribiendo una novela de amor loco ambientada en Berlín,  disertará, entre otros asuntos, acerca de los entresijos de la glamurosa revista “Vanity Fair”, de la que es redactora Jefa.

Originaria de La Bañeza, Marta del Riego Anta ha publicado su segunda novela, Sendero de frío y amor, cuyo título nos remite a los versos de un poema, Tres canciones de invierno, de su paisano y maestro, el poeta Antonio Colinas.

Sendero de frío y amor es una portentosa narración, que contiene sabias reflexiones acerca de la vida, el amor/desamor, la memoria y la muerte, los grandes y eternos temas literarios/vitales. Una obra emocionante, ambientada precisamente en el suroeste leonés en los años 90, con la movida de la droga, el juego de las chapas y la prostitución en La Salgada (territorio legendario que hace pensar en Macondo, en este caso situado en el Páramo, tal vez en La Bañeza), aunque la novela arranca en 1975, con la desaparición de un personaje clave, Ella, Esa Mujer, cuya ausencia/omnipresencia es definitiva en la trama de la novela.

«Eran años en los que los agricultores tenían dinero, salían mucho, se abrieron discotecas y clubs de alterne en muchos pueblos y había bastante droga. No es un campo idílico ni un campo maldito y austero como la Castilla de Delibes. Es León, es más verde, con más zonas sombrías, con más misterio, no es la meseta, es el inicio de la montaña como una promesa mágica», matiza su autora, que, debido a su profesión como periodista en diferentes medios, entre otros El País, Marie Claire y Viajes de National Geographic, escribe de un modo profesional desde hace años.

«Sendero de frío y amor es una novela muy leonesa o, en un sentido más amplio, muy del noroeste», aclara Marta, a quien le gusta contar historias que emocionen no sólo a los lectores sino a ella misma, porque se divierte mucho escribiendo y eso le permite viajar a lugares lejanos. «A mí, viajar me ayuda a alejarme de mi pequeña realidad y verla desde lejos con ojos extrañados. Y también me inspira para contar otros ambientes, otros personajes. Me encanta viajar sola y visitar a amigos en otros países. No son viajes de turismo de monumentos, que también, son sobre todo de turismo humano». Como en su reciente viaje a Nueva York, donde disfrutó de estupendas veladas con escritores y periodistas, los cuales le dieron una versión de la ciudad muy distinta a la de las guías y le contaron esas historias que luego ella apunta, «soy como una urraca: atrapo todo lo que brilla». No obstante, Marta del Riego, que es una gran viajera, reconoce que hay autores como Onetti que no necesitaron ni moverse de su cama para escribir.

En cualquier caso, Marta vivió en ciudades como Berlín y en Londres, donde estudió inglés y alemán en profundidad, lo que, según ella, le ayudó a comprender su propia lengua. «Si posees los mecanismos para redactar un texto en tu lengua materna, te sirven para cualquier lengua». Algo esencial para quien se dedica a la escritura creativa. Después de cinco años fuera de España, Marta reconoce que llegó a sentirse como exiliada de su lengua materna, con una especie de morriña casi dolorosa por el español, lo que se convirtió en una de las razones para que se arrancara a escribir de una forma casi compulsiva. «Necesitaba escribir en español, leer en español», concluye.

En su caso la escritura, lejos de ser un proceso doloroso, es una válvula de escape y una forma de viajar. Y encima «le ahorra el psicólogo», manifiesta con humor esta periodista y novelista leonesa, autora de Sólo los tontos creen en el amor (su primer libro), que reconoce en su obra literaria, sobre todo en su última novela, la impronta de largos inviernos, montañas en el horizonte, inmensas masas boscosas y esquinas despobladas, donde la gente habla con la boca entrecerrada y una especie de música al final, donde existe una tradición de siglos de contar historias en el filandón. «Aquí, la gente es socarrona, cerrada, un poco fantasiosa, les encanta saber de la vida de los demás. Pero también es fiel, con una sabiduría milenaria».

Con dos novelas, aunque con muchos relatos breves y poemas que aún no ha publicado, Marta se nos revela como una autora, tocada por la ironía (como el propio título de Sólo los tontos creen en el amor), a quien le entusiasma escribir sobre personajes llenos de aristas, en construcción, que tienen un amplio arco de transformación, desde el principio al fin,  y le apasiona crear escenas duras, poderosas, ya sean de sexo o de violencia soterrada. «Lo que más detesto es la cursilería. Y los lugares comunes, los estereotipos. En ese sentido puede que sea transgresora, me gusta sorprender y creo que tengo puntos de vista originales sobre (casi) todas las cosas».

Marta del Riego, que rehúye de un estilo rebuscado en aras de una prosa limpia y directa –si bien sabe de la importancia de la reescritura y la deconstrucción literarias-, es redactora jefa de la revista Vanity Fair, donde escucha historias todos los días, «historias de políticos, de infidelidades, de realeza, de traiciones, de estafadores, de éxito y de caída…», lo que alimenta su imaginación y por ende le abre perspectivas insólitas. «Es como una plaza pública, un filandón de alto nivel… Además, nuestro Vanity Fair se inspira en los grandes reportajes del Vanity Fair norteamericano y del New Yorker», donde escribieron, por ejemplo, Gore Vidal o Truman Capote, «allí nació ese magnífico género que mezcla el periodismo con la literatura».

En el ámbito literario, lleva escribiendo, desde hace un año, una novela que transcurre en Berlín, en torno a la Nochevieja del año 2000. «Un momento muy loco y decisivo en Alemania, cuando después de la Reunificación la capital vuelve a ser Berlín. Es una historia de amor fou entre una española y un judío ruso mafioso. Nada que ver con Sendero…», porque Marta tenía que abandonar la tierra, su tierra…

 

Artículo y foto: Manuel Cuenya
Coordinador de Tardes Literarias en Bembibre

 

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