En busca del último pueblo

Alfonso Fernández Manso con el concejal Celemín
Alfonso Fernández Manso con el concejal Celemín

El profesor Alfonso Fernández Manso muestra en el Centro Cultural su faceta más desconocida: la del artista en estado puro, viajero conocedor de los últimos rincones del mundo, aquellos que reivindican mantener más viva que nunca su identidad frente a un conjunto de sociedades cambiantes tendentes a crear un estereotipo social. La exposición “Egografías” recoge su punto de vista sobre el mundo, lo que hay, cómo cambia, y lo que queda. Un viaje por el planeta que representa la forma y diversidad estética del mundo, que “habla de la idea de cómo las personas se expresan con su imagen”. “El primer hombre, la gente más punk o urbana como la gente más tradicional ha buscado una forma de singularizarse y de inmortalizarse”, explicó el autor, “con la idea del cuerpo como soporte técnico”.

Representa la cultura del tattoo urbana pero también la tradicional. No en vano, es un viaje muy colorido que marca la diversidad pero que rebusca en las entrañas de los últimos pueblos más tradicionales, los últimos pueblos aborígenes “donde vive esa diversidad muy cambiada y condicionada por el turismo”.

Son las “Egografías”: “La expresión pictórica de tu yo”, explicó el autor, “algo que hacemos de una manera más o menos vistosa, hay quien se molesta más o menos por pintarse o peinarse, y quien en el momento más extremo se transforma radicalmente como persona, colectivo o tribu. Plantea una reivindicación porque la diversidad estética del planeta se está perdiendo”.

La colección Egografías de Fernández Manso está formada por un conjunto de infografías donde la elaboración informática tiene un papel importante, pero sin reemplazar al artista propiamente dicho que primero expresa su intención artística, plasma su idea en un cuaderno de viaje y luego transforma en ordenador. “Trabajo en pequeños cuadernos de viaje donde los digitalizo. Se llaman ‘infograbados’. Es una parte de campo y una parte de elaboración en ordenador: el trabajo es pintura pero luego los colores pueden ser extraídos a través de la elaboración informática. Detrás de esta pintura hay una persona que piensa y quiere expresar, y el pigmento lo hacemos con una impresora pero no deja de haber esa intención estética y artística”. Una forma de expresión que “rompe la técnica con la pintura tradicional”.

El Centro Cultural inmortaliza esta percepción y las sociedades que aún mantienen su propia identidad. Aunque sea por poco tiempo. Una buena forma de conocer el trabajo de este autor de Labaniego, Alfonso Fernández Manso, hasta el próximo 28 de febrero, en la Casa de las Culturas.

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