Las mujeres mineras salen de nuevo a la calle con una acampada pacífica

Después del éxito de la marcha nocturna del lunes, las mujeres mineras han vuelto a salir a la calle para reivindicar el futuro de las cuencas carboneras. Con tiendas de campaña en mano, tomaron literalmente la plaza Santa Bárbara donde algo más de una veintena de mujeres iniciaron una acampada pacífica que prolongarán durante una noche para apoyar así las acciones en defensa del carbón.

Aunque las temperaturas han caído considerablemente respecto a estos días de atrás, las mujeres no han renunciado a seguir adelante con sus protestas para concienciar a la ciudadanía sobre la situación que atraviesa el sector. A la vista están los carteles dando la bienvenida “a mi casa” o “ya tenemos donde dormir, ahora nos falta donde ir a comer”, con los cuales las mujeres han presentado un panorama complicado cuando se cumple un mes desde que se decretara la huelga indefinida.

Y es que son conscientes de que la problemática minera adquiere otra dimensión: sus maridos llevan más de un mes sin pisar la mina, en situación de huelga, en consecuencia va a ser el primer mes completo sin una nómina que sustente en todo o en parte la economía del hogar. Por estas razones, los mensajes que se podían ver en la plaza Santa Bárbara eran claramente reveladores. 

La participación de estas mujeres en el conflicto minero ha servido para mostrar a la ciudadanía la cara más familiar del carbón y su papel empieza a ser tenido muy en cuenta. Sólo ellas han sido capaces de mover a más de 3.500 personas en la marcha del lunes casi improvisada, organizada en poco más de 24 horas. En lo que se refiere a esta acampada pacífica en la plaza atrajo la atención de numerosas personas a primera hora de la noche para acompañarlas durante el inicio de la reivindicación mientras los asistentes se colocaban los lazos negros que ellas les entregaban.

Pero siguen pidiendo más participación activa. Y es que este grupo no sólo está dirigido a las mujeres de mineros, sino a las familiares de mineros en sentido amplio, o incluso más allá, a las mujeres mineras que residen en las cuencas. Son conscientes, como rezaba uno de los carteles de esta noche, que “la fuerza de una mujer es inmensa, la de muchas… infinita”.

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