Vida de MI VIDA, de Consuelo Álvarez de Toledo, en eBooksBierzo

Vida de mi vidaLa periodista villafranquina Consuelo Álvarez de Toledo publica en eBooksBierzo la versión digital de “Vida de mi vida”, un manual para abuelos modernos con confesiones íntimas de la autora y testimonios de la Reina, Serrat, Adolfo Suárez, Luis del Olmo, María Teresa Campos, Nuria Espert y Forges. Todos ellos viven la madurez y la abuelidad a su manera, pero comparten con la autora del libro, un rasgo común: la vitalidad y las ganas y la alegría de vivir. A sus años otros muchos llevan faja color carne y se abrigan junto al brasero con una mañanita de ganchillo “color ala de mosca”, describe Consuelo, hacen conservas, salen a la plaza a ver pasar la vida o inspeccionan las obras cercanas.

“Vida de mi vida” pertenece al género de las confesiones y los testimonios. Las confesiones son diez capítulos muy personales –las huellas de la vida, raíces, amor libre, jubilados por decreto, nunca es tarde- en los que Consuelo comparte con nosotros su experiencia y sus reflexiones, “a manera de breviario de conducta del abuelo racionalizador de su condición”, escribe  Vázquez Montalbán en el prólogo de esta edición digital ilustrada con dos series fotográficas, Castaños y Petanca, de Anxo Cabada.

En “Vida de mi vida”, Consuelo se mira al espejo sin miedo –“el perfil en un cuerpo humano es implacable”, y se habla a sí misma cara a cara. Su confesión es tan higiénica como el consejo de su propia abuela: “Nada de jabón, hija mía, que después te saldrán arrugas. Sólo el agua abundante… y la colonia, para mantenerte en forma”.

Hablar a los demás es relativamente fácil: lo difícil es mirarte a ti mismo a los ojos y decirte, “deja de hacer el imbécil, ¿a quién quieres engañar?”. Todos podemos y sabemos engañar a los demás: lo difícil es no engañarse a uno mismo, ser honrado ante el espejo y sincero hasta el dolor. Porque mirar de frente, duele. Consuelo Álvarez de Toledo lo hace en “Vida de mi vida”, y lo hace con soltura, con gracia y sentido del humor, siempre con sentido del humor, sus confesiones tienen mucha alegría y muy poca amargura. Son magistrales las páginas en las que redescubre el amor libre: “descubrí un buen día que esto de la madurez es algo magnífico; la madurez es un tiempo para el amor libre. Libre de responsabilidades y ataduras. Ya no cabe jugar con el futuro. Querríamos quizás tener otro pasado. Así es que lo único que importa es el presente”.

El libro de Consuelo reflexiona y denuncia, se rebela contra “un modelo de humanidad que esconde a sus mayores y tampoco quiere tener niños, que ha convertido la juventud en valor absoluto y taumatúrgico, nueva idolatría generacional”. Nuestra pija sociedad, retocada con cirugía estética y PhotoShop, se avergüenza de las arrugas de los abuelos. Ya en 1970, la filósofa Simone de Beauvoir escribió el ensayo “La vejez”, donde denunciaba la marginación y ocultamiento que la sociedad occidental hace de los ancianos. Desde entonces, hablamos de edad dorada, tercera edad, residencias en vez de asilos… todo son eufemismos contra los que Consuelo se rebela con lucidez: “Un día –escribe a sus nietos, “vida de mi vida”- descubrirás en ti las huellas de la vida y aceptarás tu edad. Porque entonces pensarás que también a ti todavía te quedan muchas cosas por hacer”.

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