A CIENCIA CIERTA / La simiente adecuada para la perfecta fructificación del cereal

El cambio cada vez más acelerado en los modos de vida hace que poco a poco queden en el olvido alguna tareas de la vida cotidiana que hace escasas décadas eran habituales en nuestros pueblos. Una de ellas es la “sementera”, es decir la siembra del cereal. Yo ni siquiera recuerdo en que época se sembraba el centeno o la cebada, que eso si se segaba y se llevaba a las eras en época de verano. Por fortuna hoy el acceso a la Red nos permite estar bien informado, pero ahora me concentraré en otro asunto.

Si recuerdo que una vez listo el terreno para la siembra, se dividía la finca en una serie de zonas (delimitadas por sencillos rastros de paja) y se procedía a sembrar a voleo el conjunto de la finca aunque sembrando sucesivamente cada uno de los fragmentos en los que previamente se había dividido. Por otra parte y a través de los muchos análisis que he realizado del Catastro de Ensenada (mitad siglo XVIII) se que la superficie de un cuartal se definía como aquella que para su perfecta fructificación se ha de sembrar con un volumen de simiente de un cuartal, siendo eso si tierra de buena calidad. Si no era de buena calidad, se precisaba menos volumen de simiente. El problema que me planteo es analizar lo de la perfecta fructificación, para ver en que medida estaban acertados los viejos labradores de nuestros pueblos y aprovechando que hoy en la Red, se halla de todo, me puse a realizar unos someros cálculos. Yo diría que es mas bien un primer tanteo del problema. Nada más. Tomaré como ejemplo la siembra de trigo. Podría haber tomado la del centeno o la de la cebada, pero del cultivo del trigo es de donde entiendo que con más facilidad se encuentran datos.

DIVERSOS NUMEROS

Empezaremos por determinar el volumen de un cuartal. Es sencillo basta tomar uno de esos viejos utensilios y medirlo. Yo lo he hecho al menos dos veces y el que yo medí tiene un volumen de 13,6 decímetros cúbicos. En alguna página de la Red (www.smf.mx/boletin/2005/Abr-05/Diverticienia.html) he leído que en un metro cúbico hay 15 millones de granos de trigo. Esto supondría que en un decímetro cúbico hay 15.000. Me parece demasiado. En otra página se indica (Ingeniera Agrónoma Adriana García Lamothe en un artículo titulado “Densidad de siembra en trigo”), que la siembra optima son 300 semillas viables por metro cuadrado. Por otra parte y según datos de otro Ingeniero Agrónomo (Mario Mellado Cembrano, que debe ser chileno) en un litro (es decir en un decímetro cúbico) caben entre 632 y 844 granos y su peso oscila entre 0,6 Kg y 0,88 Kg por litro o por decímetro cúbico. En Castropodame se admite que un cuartal de trigo pesa 11,5 kg. Supongo que en otros pueblos del entorno también se admitirá este datos. Esto supone que son 0,84 kg. por litro. Parece pues que este dato de los labradores de toda la vida de nuestros pueblos es el adecuado. Ahora bien el dato de los 15 millones de granos por metro cúbico me parece exagerado. Supone que en un decímetro cubico o en un litro deben caber 15.000 granos y por tanto en un centímetro cúbico 15. Me parece exagerado, aún cuando los huecos entre los granos no se tengan en cuenta, pues suponen 15 granos en un centímetro cúbico.

Ahora cabe preguntarse cuantos granos de trigo hay que sembrar por unidad de superficie para una perfecta sembradura. Se estima que entre 150 semillas viables por metro cuadrado (Ingenieros agrónomos German Gasparotto y Milton Arnoletti en “Agrovoz”) es la cifra que proporciona un rendimiento óptimo. No obstante en otros trabajos consultados señala que son 300. En cualquier caso con estos datos podemos abordar el problema.

Un cuartal de sembradura era una superficie de unos 400 ó 500 metros cuadrados aproximadamente. Esto de aproximadamente hay que analizarlo con calma. En algunos pueblos a mitad del siglo XVIII el cuartal era una superficie de 30 x 40 varas es decir 838 metros cuadrados. Si elegimos una superficie intermedia podemos admitir “tirando por un alto” como dicen los viejos labradores una superficie de 600 metros cuadrados, como la de un cuartal. Esto supone una cantidad, (150 x 600), de 90.000 granos por cuartal. Pongamos 100.000 pues en la cifra de 150 se hablaba de semillas viables. Un cierto porcentaje será de inviables. Si fuesen 300 serían 200.000 granos por cuartal.

Si en un decímetro cúbico caben entre 632 y 816 granos de trigo (una media de 700) en un cuartal caben 9520 granos. Dividido entre 600 resulta una cifra de 15,8 granos de trigo por metro cuadrado. Sinceramente parece muy poco. Quizá sea mas razonable señalar que en un decímetro cúbico, es decir en un litro caben unos 6000 granos de trigo. Serían 6 granos por centímetro cúbico, que si parece un dato mas ajustado a la realidad. Esto supondría en un cuartal, 81.600 granos. En este caso repitiendo el cálculo resultaría que los labradores del siglo XVIII, admitían que una siembra de 136 granos por metro cuadrado es lo adecuado. Esta cifra aunque sigue siendo cuestionable ya se acerca más a lo que podría ser razonable.

CONCLUSION

El análisis para determinar hasta que punto los agricultores de hace siglos (e incluso los del siglo XX), estaban acertados o no en su sabiduría, requiere un trabajo mucho mas profundo del que yo acabo de hacer. Podría ser un buen trabajo de fin de carrera para un ingeniero agrónomo. Los datos aquí expuestos por mi se pueden matizar muchísimo. Hay que tener en cuenta muchos otros factores (climatología, por ejemplo) y habría que consultar muchos mas trabajos de los que yo he consultado, pero la filosofía de trabajo es la aquí expuesta a modo de simple ejemplo. También hay que tener en cuenta que antaño se sembraba el cereal al voleo y no con métodos mas modernos. Adjunto una imagen tomada de la Red que representa este antiquísimo método de siembra.

Hay que tener en cuenta que ya en el siglo XVIII, se admitía que el volumen de simiente (en cuartales) variaba en función de la calidad del terreno. Hemos de suponer que bajo esta denominación se incluía también la climatología. En definitiva que he señalado como se deben hacer los cálculos, pero no he trabajado con datos fiables, por tanto es un asunto pendiente quizá para posteriores artículos.

Rogelio Meléndez Tercero

 

 

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