“El significado de los colores”. Nacho Guarido en la Casa de las Culturas

Escultura de Nacho Guarido
Escultura de Nacho Guarido

El viernes 28 de octubre, a partir de las 20:00 horas, se inaugura una nueva exposición en la Casa de las Culturas de Bembibre, dedicada en esta ocasión al pintor y escultor Nacho Guarido. La exposición permanecerá abierta hasta el 18 de noviembre en el horario habitual:

  • De martes a sábado de 10:00 a 13:30 y de 17:00 a 19:30
  • Domingos y festivos de 10:30 a 14:00
  • Lunes cerrado

José Ignacio Fernández Guarido nació en Villaseca de Laciana en 1954. Su vida familiar le ha llevado a residir en Ponferrada, Barbastro, y Alemania, donde siendo todavía un niño puede decirse que tuvo su despertar al mundo del arte. Con 25 años, la escultura primero y la pintura después se le rebelan como actitudes vitales con lo que inicia una carrera artística que desde entonces y hasta nuestros días no ha hecho más que ir creciendo.

Sus obras están impregnadas del realismo de la vida misma. Sus cuadros y esculturas constituyen retratos de la actualidad tamizados por un sentimiento de solidaridad que desborda a la creatividad del propio autor.

Los trabajos de José Ignacio Fernández Guarido están presididos por un carácter reivindicativo y solidario capaz de no dejar indiferente al espectador. Son obras hechas para disfrutar con los cinco sentidos. Obras realizadas para gozar en su contemplación, participar con su escrutinio a través del tacto y agudizar el oído para captar, unas veces, los susurros que nos dirigen y otras, las más de las veces, esos gritos de desesperanza que nos impregnan de emotividad.

Es la realidad, más bien la actualidad, la materia prima de la que se surte el artista. Una actualidad incapaz de contenerse en un lienzo plano por lo que de las obras de José Fernández Guarido, más que la calificación de relieves o tridimensionales, podría decirse que se salen de los marcos e invaden el espacio vital del espectador.

Fernández Guarido es un artista nada convencional. Huye de las tendencias más academicistas tratando de indagar en el mundo de la pintura y la escultura como un jacobino ilustrado, en tanto en cuando a sus obras suponen una ruptura con la tendencia más generalizada entre los artistas de la comarca y sus trabajos constituyen una llamada de esperanza a que la razón humana se imponga para resolver cualquier problema.

Evolución

Su evolución como artista es la propia evolución de un mundo cambiante. Le gusta experimentar y no ligarse de por vida con una tendencia. De ahí que de sus inicios con la realización de tallas de fetiches a la utilización en la actualidad de resina de poliéster, después de 25 años de infinidad de enamoramientos y desencuentros con materiales como la pasta de papel o la masilla, o cualquier material que pueda ser reutilizado y cobrar una segunda vida en sus obras. Su natural inquietud le ha llevado a una búsqueda constante, a no encasillarse, a continuar su revolución artística contra sí mismo.

No soporta el lienzo, o mejor dicho, el lienzo es incapaz de soportar la grandiosidad de su obra. Por eso José Ignacio Fernández Guarido prefiere lanzarse en brazos de las planchas de madera o las placas de acero. Cualquier material capaz de albergar una obra de arte cargada de igual medida por emociones humanas y reivindicaciones sociales.

“Los seres humanos somos aprendices de un oficio en el que tenemos que esforzarnos por aprender día a día la lección de la vida o la muerte, el amor o el odio, de la paz o la guerra o puede que del equilibrio de la naturaleza. Yo seguiré recorriendo el largo camino en busca de la clave que necesita el artista para armonizar la paz espiritual con el trabajo bien hecho cada día”

Una declaración de intenciones en toda regla con la que apuesta por abandonar esa búsqueda que ha estado siempre presente en su carrera. Pero una declaración también de sus principios máximos e inalterables de la vida. Paz, amor, vida o muerte. Pilares fundamentales en nuestra existencia que son los resortes que mueven a Fernández Guarido como artista.

Sus sentimientos son parte de sus obras, y éstas son una prolongación de su vida. Su taller de trabajo es a la vez escenario de creación y museo de sus inquietudes pasadas. Sus cuadros, las imágenes de una vieja película de su vida. Es por eso por lo que desprenderse de un cuadro le supone abrir una puerta a una habitación vacía.

Por eso, y porque su vitalidad creadora le absorbe el poco tiempo que le dejan sus ocupaciones profesionales diarias, es por lo que no se ha prodigado en exposiciones. Sin embargo, su arte en el futuro difícilmente podrá continuar reservado para disfrute casi exclusivo.

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