Yunque romano. Un testimonio metalúrgico del Castro de Folgoso de la Ribera

Folgoso de la Ribera es una villa de la comarca del Bierzo, en la provincia de León, cabeza de un ayuntamiento compuesto por las poblaciones de Boeza, Folgoso de la Ribera, La Ribera de Folgoso, Rozuelo, Tedejo, El Valle y Villaviciosa de San Miguel. Se sitúa a unos 776 m de altitud, en una ladera de suave pendiente, en las inmediaciones de la Sierra del Carbayal. Su privilegiada situación estratégica y el férreo control que ejerce sobre la fértil vega del Boeza le confieren el título de “puerta de la subcomarca de La Ribera”.

El nombre de Folgoso deriva de vocablo latino filictum o filicosum, que significa lugar poblado de helechos y se recoge en las fuentes documentales en el año 973 con motivo de la donación de una heredad situada en “el lugar de Folgoso de la Ribera” al monasterio de Santa Cruz de Montes.

La evolución de la población puede seguirse a través del estudio de la toponimia, de las prospecciones arqueológicas y del análisis de las fuentes documentales. Partiendo de estas premisas fundamentales lograremos reescribir la historia de Folgoso tras el examen de:

  • Los yacimientos prerromanos y romanos de El Castro la Olla, El Castrillón, El Castro de la Pombiella, Castrillos, Tres Castrines, Tres Castros de Abajo, El Corón, El Castro, Tres Castros de Arriba y El Castro de Figales.
  • Los asentamientos romanos de El Tesoro, Villalón, Santa Eugenia y Ciñales.
  • Las áreas de explotación aurífera de La Torca, Tras las Torcas y Cubillas.
  • Las áreas de explotación férrica de El Ferrao, Las Pozas del Ferrao, Valle Forno, Valdalveiro, Los Fornos y Las Pozas de Ciñales.
  • Los despoblados y eremitorios medievales de San Juan, La Capilla, El Santo Cristo, San Antón, Santa Leocadia, La Igrisuela y Perales.
  • Las necrópolis medievales de El Castro, Villar y La Igrisuela.
  • Las infraestructuras y viaductos de El Camino antiguo, El Camino Real, El puente de Castrillos, El puente de Albarinos y El puente de Santa Leocadia.

 

La secuencialidad cronológica de algunos de estos asentamientos parte de la Cultura de los Castros del Noroeste Peninsular (s. VIII a. C. – s. II d. C.). Renovándose en parte la red de poblamiento con la ocupación romana y el establecimiento de nuevos núcleos de explotación agropecuaria y minera.

Un elemento diferenciador de la protohistoria de Folgoso de la Ribera son las insculturas o petroglifos de Valdejudíos, un conjunto de herraduras grabadas en la roca que enuncia un lenguaje simbólico con un significado cultual, que se retrotrae en el tiempo a los hábitats castrenses del Hierro II.

Ídolo de Valdalveiro (Folgoso de la Ribera - 2014)

Una pieza relacionada igualmente con estos enclaves es el Ídolo de Valdalveiro, una representación fetichista tallada en arenisca, de sección ovoide y espesor reducido, que presenta dos hendiduras laterales en la parte superior; y unas medidas aproximadas de: 27,5 cm de alto; 17 cm de ancho; y 10 cm de grosor. Fue descubierto en 1980, en un altozano situado a unos 850 m de altitud, al norte de Folgoso de la Ribera, en la margen derecha del río Boeza, a escasa distancia del Castro la Olla.

De época romana perduran diferentes vestigios materiales e incluso se ha constatado la existencia de un taller metalúrgico en el Castro de Folgoso de la Ribera, un reducto del Hierro II romanizado, que se alza sur de la localidad, en la margen izquierda del río Boeza. En el Museo “Alto Bierzo” de Bembibre se conserva un yunque de hierro de forma trapezoidal invertida, hallado en este mismo yacimiento en 1986 por Manuel Piñuelo Alonso, junto a otros objetos metálicos y latericios (clavos, escorias, cerámica, ladrillo romano…) en el interior de una vivienda circular al proceder al desbroce y remoción del terreno para efectuar labores agrícolas. La pieza era utilizada como soporte para la elaboración de herramientas mediante la forja en frio o en caliente del metal. El yunque posee unas dimensiones de 18 x 16,5 x 10 cm; y un peso de 15 kg. La datación del útil se situaría en época romana altoimperial (siglos I-II d. C.).

En la Antigüedad tardía se produce el abandono definitivo del recinto castreño y no volvemos a tener noticias de su habitabilidad hasta la Edad Media en que se produce la reorganización del valle del Boeza por los monarcas asturianos. Documentándose entonces en esta zona la villa de Felgaria, en el año 873, la de Folgoso de la Ribera, en el 973 y las de Folgosino y Albarinos, en el 1204.

De aquel periodo de inestabilidad que encarna la Reconquista es una batalla legendaria que enfrentó a las mujeres de Folgoso de la Ribera, situadas en las estribaciones del Castro la Olla y La Peñona, con las tropas musulmanas que confiadas atravesaban por la quebrada del río Boeza. Siendo sorprendidas por la caída inesperada de una lluvia de piedras, troncos, lanzas y flechas, que las hizo retroceder. Es posible que este hecho encubra la derrota sufrida por una avanzadilla agarena entre los años 978 y 997, momento en que el caudillo hispano musulmán Almanzor lleva a cabo sus aceifas contra los reinos cristianos del norte.

Portada da la iglesia parroquial - Folgoso de la Ribera

En la Alta Edad Media se constata además la reutilización del Castro de Folgoso al erigirse en su perímetro la iglesia parroquial de Ntra. Sra. del Castro, que se mantuvo en el tiempo hasta el año 1769 en que fue clausurada por decreto del obispo Juan Manuel Merino Lumbreras (1767-1782). Adquiriendo en ese momento la condición de iglesia matriz de Folgoso de la Ribera la ayuda de parroquia de San Andrés Apóstol, levantada en 1689 por mandato del prelado Antonio de Brizuela y Salamanca (1688-1693).

A la vera del antiguo Camino Real que cruzaba por el puente de Albarinos se sitúa la ermita de la Vera Cruz, construida en el s. XVI por los cofrades de la Vera Cruz y reformada en los siglos XVII y XVIII. Y a extramuros de la población la capilla de San Juan, de la que era patrono el concejo, cerrada al culto en 1748 por su avanzado estado de ruina.

La corporación concejil de Folgoso erigió en la Edad Moderna un hospital para acoger a los más necesitados a cuyo frente estaba un hospitalero que vivía en sus dependencias. Este dispensario pereció bajo las llamas en un incendio acaecido en 1675, siendo reconstruido en 1683 por el Ldo. Diego García de Valcarce, párroco de Folgoso de la Ribera. El obispo Pedro Cáceres Casado (1738-1747) que visitó la localidad en 1742 dispuso que “los peregrinos se hospeden en la casa de hospital y que el producto del prado que tiene propio se emplee en tenerla bien reparada”.

Puente de Albarinos

Peregrinos y viandantes solía salvar el curso del Boeza por el puente de Albarinos, denominado asimismo el puente de Santa Leocadia o el puente de Castrillos. Un viaducto de sólida cantería y un arco de luz, levantado en el s. XVII sobre la arruinada traza medieval.

El folklore popular de Folgoso de la Ribera se enriquece además con la legendaria presencia de los jainines, unos seres mitológicos emparentados con los trasgos asturianos que vivían en las cuevas del Carbayal. De aspecto humano, escasa altura y semblante pícaro, solían bajar por la noche al pueblo y mientras la gente dormía entraban en las casas, haciendo múltiples travesuras, ruido y ocultando objetos.

Y como epílogo final a este viaje en el tiempo, argumentar que la contextualización histórica de las huellas que conforman el legado arqueológico de nuestros pueblos, nos permite avanzar en el conocimiento de las culturas que marcaron el devenir de la cuenca del Boeza.

Manuel I. Olano Pastor
Museo Alto Bierzo

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