Las mentiras sobre Grecia, ayer y hoy

Cartas al director

“Grecia da carpetazo al delirio populista”, “Fin de ciclo en Grecia. Como si el paréntesis de cuatro años de Syriza no hubiese existido, o fuese ya un sueño remoto”, “Syriza y Tsipras traicionaron sus promesas antiausteridad y capitularon ante la troika”. Estos son titulares de algunos grandes medios de dentro y de fuera de España en los que aparecen los deseos de tales medios, no la realidad griega, ni la de ayer ni la de hoy.

Las mentiras de ayer

¿Por qué se demoniza a la víctima, a Syriza, y se oculta la salvaje actuación de los agresores, Bruselas y el FMI? Cuando Syriza llegó al gobierno en 2015, los dos primeros “rescates”, ejecutados en 2010 y 2012 por un valor de 260.000 millones de euros, un 115% del PIB griego, habían provocado un descenso del PIB griego del 25%, la tasa de paro se había disparado hasta el 26%, los salarios se redujeron un 22% y las pensiones entre un 35% y un 50%, y la deuda pública alcanzó el 175% del PIB. Las arcas públicas estaban vacías. El gobierno de Syriza no tenía dinero ni para pagar la siguiente mensualidad de los funcionarios.

Ésta fue el “arma de destrucción masiva” que Bruselas y el FMI utilizaron. Cuando el gobierno griego quiso renegociar los términos del rescate, la troika se negó a darle la liquidez ya comprometida si no ejecutaban más recortes. Y tras el referéndum, convocado por Tsipras y en el que el 61,5% se negó a aceptar las draconianas condiciones impuestas por la troika, se desencadenó la mayor operación contra un gobierno europeo. Cada día el capital extranjero y la oligarquía griega retiraban 1.500 millones del país. Y Bruselas amenazó con expulsar a Grecia del euro. Lo ha reconocido el presidente saliente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker: “no fuimos solidarios con Grecia, la insultamos, la injuriamos” y “hubo muchas presiones para que Grecia saliera de la eurozona”.

Esta situación límite, donde la única opción era arrojarse al abismo, fue la que obligó al gobierno de Syriza a firmar el tercer rescate. Y fue la clara intención política de “escarmentar” a un “gobierno díscolo”, la que provocó que ese tercer rescate se impusiera bajo tales condiciones asfixiantes, desde salvajes subidas de impuestos a nuevos recortes de pensiones y sanidad, y privatizaciones por valor de 50.000 millones; y obligando a Grecia, entonces en ruinas, a tener un superávit del 3,5% del PIB en las cuentas públicas hasta 2022 y un 2% hasta 2060. Algo que ni siquiera Alemania cumple hoy.

No es que el gobierno de Syriza “derechizara” su programa, es que Berlín y Washington, a través del FMI y la UE, le impidieron tales medidas. Incluso cuando Syriza impulsó un “programa paralelo” social, para minimizar las consecuencias del tercer rescate a la población, la troika lo vetó. Y el último tramo del rescate, de 15.000 millones, se concedió con la expresa prohibición de que se utilizara para otra cosa que no fuera pagar la deuda o sanear la banca. Como dijo Tsipras en su mensaje de despedida: “Recibimos un país en bancarrota con los bancos vacíos, lo devolvemos con reducción de deuda y 7.000 millones de euros en fondos”. Y añadió: “Espero que el retorno de Nueva Democracia al gobierno no sea una revancha contra lo que la gente ha conseguido. Estaremos aquí para detenerles.

Lo que es un milagro es que en estas condiciones, que hundirían a países más poderosos, la economía griega haya podido recuperar el crecimiento, por primera vez en diez años: un 1,4% en 2017, un 1,9 en 2018, un 2,3 en 2019. Todo bajo un gobierno de Syriza que consiguió el agosto pasado finalizar el rescate. Y así poder avanzar hacia un camino que no dependa de la troika. Aún en esas condiciones el gobierno griego subió el salario mínimo por primera vez desde 2009, redujo el paro del 27,5% al 18,5%, y había anunciado la rebaja del IVA y la restitución de la paga extra a pensionistas.

Las mentiras de hoy

Nueva Democracia, el partido que impuso el primer “rescate-saqueo” sobre Grecia ha ganado las elecciones. Syiriza, la coalición que ganó los comicios en 2015 aupado en la lucha contra los recortes, y que se atrevió a someter los dictados de la troika a referéndum, ha perdido el gobierno. ¿Se ha producido un “giro a la derecha” en Grecia? ¿La población que más ha sufrido los recortes ha pasado a apoyar a quienes los ejecutan?

No se puede negar que la pérdida del gobierno significa un duro golpe para las políticas progresistas y los avances sociales. Pero si revisamos la evolución del voto a Syriza veremos como la realidad poco tiene que ver con los deseos de la propaganda de los grandes medios. En las peores condiciones imaginables, Syriza conserva un apoyo electoral del 31%, y las fuerzas contra el saqueo y los recortes suman más del 40% de los votos. Desde las últimas elecciones Syriza solo ha perdido cuatro puntos de apoyo electoral.

Syriza tuvo el 4,6% de votos en 2009, el 16,8% en 2012, el 36,34% en enero de 2015, el 35,46% en septiembre del mismo año, y el 31,53% en estas elecciones de 2019. La ejecución del saqueo sobre Grecia ha dinamitado partidos mucho más poderosos como el PASOK, el viejo partido socialista, que de más de 3 millones de votos en 2009 ha quedado reducido a medio millón. Por el contrario, Syriza ha sextuplicado sus votos desde 2009, un año antes de la ejecución del primer rescate. Así lo expresado Tsipras: “La victoria no es una derrota estratégica para Syriza y vamos aseguir luchando para que esta derrota solo sea temporal. Syriza ha madurado desde un partido de protesta del 4%. Nos han votado para limitar los efectos de los memorandos (de la UE) y la austeridad y hemos conseguido una parte”.

En el triunfo de Nueva Democracia se oculta que en realidad se ha “comido” a los neonazis de Amanecer Dorado, y en el antidemocrático “bonus” de 50 diputados, que se le da a la fuerza más votada. Sin embargo el hecho es que ahora tiene 743.000 votos menos de los que tenía en 2007. También se oculta que entonces el bipartidismo griego -Nueva Democracia y PASOK- copaban el 83% de los votos. Mientras que las fuerzas a la izquierda de la socialdemocracia apenas representaban el 13%. Ahora, los partidos que defienden abiertamente los recortes en el parlamento griego solo suman el 43,55%, y los que se enfrentan al saqueo han crecido hasta el 40,27%.

Evidentemente Syriza ha cometido errores, que deben valorarse. Pero José Martí ya plantaba que “el sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz”. Syriza se ha enfrentado en solitario, sin el respaldo de ningún país o institución europea, durante cuatro años, al FMI, a la Comisión Europea, a la oligarquía griega, a Washington y Berlín. Ha tenido que hacer concesiones en cuestiones capitales para conservar lo esencial: el proyecto político que significa Syriza. En palabras de Tsipras: “Hoy se cierra para nosotros, para mí, para Syriza, un ciclo muy difícil. Con calma, analizaremos lo que hicimos mal. No negaré mi responsabilidad. Nunca lo hice. He luchado muy duro. La gente que no pelea no se equivoca. La gente que lucha aprende a levantarse tras caer”.

Uno de los máximos dirigentes de Syriza lo ha sintetizado así: “Nos sometieron a una presión y un chantaje totales sin solidaridad alguna: o firmáis [el rescate] u os aplastamos. Entonces elegimos una retirada táctica (…) Si no hubiéramos dado un paso atrás [con el rescate], ¿qué habría pasado? Nos habrían liquidado y esto sí que sería un ejemplo negativo”. Porque todos los ataques iban dirigidos a acabar con ellos. No solo a echarlos del gobierno, también a liquidar el movimiento que había osado a enfrentarse a los más poderosos.

Tsipras, en su ya iniciada autocrítica, en el mismo discurso de despedida de su gobierno ha afirmado: “Fueron momentos muy difíciles. Tal vez pecamos de inocencia pero seguimos teniendo confianza en nuestro pueblo de la misma manera. Pero fuimos incapaces de crecer como partido y convertir a la gente que nos confió una vez en gente que confía. Por eso hemos perdido. Tenemos obligación de transformar un partido con muchas partes en un movimiento amplio. Daré lo mejor de mí para que Syryza se transforme en un movimiento progresista amplio. Estaremos presentes para proteger los intereses de la clase trabajadora. Seremos una oposición muy activa para defender los derechos de la gente”.

Eduardo Madroñal Pedraza

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