Dos libros en la mesita: Tres cuentos leoneses en La Habana y Raíces de sangre

Tengo dos libros encima de la mesita. Ambos breves porque ninguno alcanza las sesenta páginas, pero ricos y hermosos en su contenido. Esencia en frasco pequeño, como se suele decir. Comparten también sello editorial y leonés.

El primero, Tres cuentos leoneses en La Habana, es de Alfonso García, y se presentará en la Casa de las Culturas de Bembibre el lunes 2 de febrero, dentro de los actos de la semana cultural del Botillo. Anillo al dedo para la ocasión, porque el segundo de los relatos se titula precisamente “Botillo navideño en el Caribe”. Algo así como un guiño pícaro en el que aparece un berciano de Bembibre, Felipe Seijas, listo como un gallego, que le metió en el estómago al comandante Cartaya las pasiones de chorizos y longanizas; y que luego moriría en el asalto al cuartel de Guayamo. Andando el relato, la cosa termina con una opípara botillada cubano-leonesa y navideña, regada con vino berciano y bendecida literariamente con versos de Vatemar y de Antonio Pereira. Añado, a mayor abundamiento, que el tal comandante Cartaya fue en su momento lugarteniente de Fidel Castro, y que su inseparable sombrero blanco de asalto a los cuarteles se lo regaló al autor del libro al concluir el banquete. Una reliquia histórica como recuerdo de una botillada de hermandad es un excelente trofeo.

Los otros dos relatos hablan de un Genarín leonés cuyo mito cruzó el charco en oídos y boca de una “coleccionista de sueños y otras vaporosidades” llamada Yeremis Reyes, que contaba historias al atardecer para deleite de nativos y turistas, a semejanza de nuestros filandones de antaño; y de un Che Guevara, que en los albores de la Revolución cubana conoció a una inmigrante leonesa con la que las cosas llegaron a más que amigovios, por utilizar un vocablo de nueva incorporación en el Diccionario de la Real Academia.

Tres cuentos pues de sabor cubano-leonés, aderezados estupendamente por Alfonso García -profesor, escritor y coordinador durante muchos años del suplemento “Filandón” de Diario de León-, en los que la historia y la ficción se entreveran en prosa fluida y jugosa que invita a leerlos de una sentada. Decir asimismo que su autor fue, allá por 1997, el ganador del primer premio periodístico del Festival del Botillo.

El otro libro acaba de llegar desde Lucentum, la ciudad de la luz, aunque editorialmente hablando la luz la vio en León. Su autora, Pilar Blanco, es bembibrense de cuna si bien está afincada en Alicante, donde enseña Literatura a bachilleres y destila poesía desde siempre.

La rueca de Pilar no deja de hilar últimamente, de fundir ayeres y presente, nieve y llama, voces y ecos de voces. En el año 2012 vio la luz su antología 1982-2010, Con la cal en los dedos (Colección Provincia del Instituto Leonés de Cultura); en el 2013 salió Alas los labios (de ediciones Olcades, Cuenca); y ahora nos vuelve a sorprender con otro título bien sugeridor, Raíces de la sangre, fechado en el 2014.

Raíces de la sangre, me escribe en la dedicatoria, “es un pequeño peldaño más que ha abandonado el mar para adentrarse en el bosque. Presa como agua que busca cauce y sigue manando hasta no sé donde”. Así lo define quien lo creó y crió. Ahora, roto ya el cordón umbilical con la madre-autora, nos pertenece a los lectores.

Su contenido, diecinueve poemas de un bosque simbólico, de su bosque personal, distribuidos en dos apartados: “Haz” y “Envés”, antes y después, cara y cruz del viaje interior que suscitó el poemario.

Dice José Enrique Martínez, catedrático, crítico literario y buen conocedor de la obra de Pilar, que el nuevo poemario es “más vivencial y apasionado que el anterior”, con una primera parte volcada en las heridas del alma, y una segunda de superación vital que cierra esas heridas para mirar adelante y volar.

Como broche del libro y de la reseña, estos versos insinuantes en los que anida la esperanza y la luz: “Llegó la paloma mensajera. El día abrió sus cauces, / estallaron las ramas en su verdor ingenuo. / También tú soñaste… / Se alejan las arañas ante el borbotar de la savia. / Inundación de aromas. / Vuelve. / Oculta las raíces de la sangre. / Árbol de luz.

Y dos líneas en el remate para Eolas Ediciones, editora de ambos títulos y de otro también reciente, y de eco, La represión de maestros en la provincia de León durante la Guerra Civil, de Beatriz Mayo. Un sello leonés de sonoro nombre, que sopla con brío y al que hay que desear, cómo no, vientos favorables en su derrota de interesantes novedades.

Pues eso. Feliz lectura si aceptan la invitación.

J. A. Y.

 

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